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La esencia de la vida

Por Valérie Dana

La felicidad y el buen rollo están muy de moda en redes sociales. Curiosamente esta alegría se contradice de manera brutal, diría yo, con lo que nos cuentan los periódicos. Mientras unos salen con una sonrisa pintada en la boca y lujosamente vestidos, la violencia, la pobreza y el malestar crecen sin parar estemos donde estemos en el mundo. De verdad, ¿podemos ser felices sabiendo lo que pasa a nuestro lado? No se trata de dejar de vivir porque unos cuantos sufren. La idea es resolver nuestros propios problemas -sí, todos tenemos algunos aunque sonriamos vía pantallas- para afrontar la realidad con una conciencia diferente y quizá poner nuestro granito de arena para tener la sensación de ser útiles, siempre y cuando sea algo que nos importe.

Según Marta Noguera todos podemos enfrentarnos a la vida con positividad. Siempre y cuando hagamos una “pequeña” limpieza previa. Es lo que afirma en su libro Sí a la vida, crecer o morir. Y de eso voy a hablar con ella.

El título de tu libro lo dice todo, Sí a la vida, crecer o morir. ¿Crees que no sabemos valorarla?¿Has pasado por ello?

Más que olvidarlo, creo que es algo totalmente inconsciente porque en ningún momento pensaba que no valoraba la vida y, como yo, seguramente muchas personas. En el momento en que pasas por una enfermedad, hay dificultades económicas o existe un conflicto con la pareja o más personas, hay algo en ti que no acaba de fluir. Es tomar la responsabilidad de enfrentarse a ello. Y eso es doloroso. Pero no se trata de echarnos la culpa. En mi caso, hasta que no decidí abrir los ojos a raíz de pasar por un cáncer, no entendí que no estaba diciendo Sí a la vida, que no me sentía merecedora de abundancia, de plenitud, de disfrutar de ella. Puede parecer contradictorio porque todo el mundo quiere una vida espléndida, otra cosa es sentirlo desde todas las células de nuestro cuerpo.

Para darse cuenta de ello se necesita formación, ¿no?

Yo he hecho muchas formaciones de crecimiento personal porque, por una parte, me apasiona y, por otra, algo dentro de mí me ha empujado hacia ello. Estoy convencida de que lo que realmente nos da la felicidad es la evolución, el crecer, el progreso. Es como la ley de la naturaleza: cuando algo se estanca y deja de crecer, se muere, se pudre o deja de florecer. Lo mismo nos pasa a nosotros como seres vivos. Puedes tener una vida genial, con todo cubierto, pero si por algún lado no hay un crecimiento, tarde o temprano, eso pasa factura. Sin embargo, eso no quiere decir que tengamos que vivir con miedo, todo lo contrario. Sencillamente, es ese Sí a la vida que significa confiar en la vida. Lo que nos impide crecer a menudo es el miedo; de ahí el subtítulo de mi libro, crecer o morir.

Solemos pensar en nuestras acciones a principio de año. Nuestras ganas de mejorar nuestra vida cotidiana duran, generalmente, pocas semanas. ¿Por qué es tan difícil mimarse a largo plazo?

Hay unos patrones que son subconscientes. Si no los modificamos, se vuelven automáticos. En el momento que tienes ganas, empiezas a hacer algo. Pero cuando pasas a una rutina, que requiere más energía, tiempo y dinero, salta el automático que es el subconsciente de nuestra mente. Lo utiliza para protegernos, paradójicamente. Te mantiene en una supervivencia, aparentemente… La consciencia es ir a vivir y no a sobrevivir. Nos mueve también un amor ciego a nuestro sistema familiar. Te lleva a vivir una vida que no es la tuya.

Porque nos transmiten lo que han vivido y no es vivencia nuestra… Lo mejor que nos puede pasar es romper este esquema olvidándonos de la culpa, ¿no es así?

Es importante no entrar en el rol de víctima. Hay cosas que son como son, nos gusten o no, y la pregunta es: ¿qué hago con todo esto? Entra en juego nuestra responsabilidad. Es muy fácil culpar a los padres porque al final la culpa la cargas tú; te debes liberar de eso para transformar lo que yo llamo las sombras.

¿Es un poco como un juego de cartas? Tienes tu juego y decides cómo lo vas a manejar? Creo que, más allá de culpar, hay que expresar lo que sentimos porque si no lo hacemos, sí que vamos a cargar con este peso durante toda nuestra existencia.

Es exactamente eso. Hay muchos autores que hablan del papel de las emociones en nuestra salud.

“En el momento en que pasas por una enfermedad, hay dificultades económicas o existe un conflicto con la pareja o más personas, hay algo en ti que no acaba de fluir. Es tomar la responsabilidad de enfrentarse a ello”

Tema complicado y delicado porque científicamente no existe evidencia de que haya relación…

Es verdad que no está comprobado que una emoción pueda desembocar en una enfermedad como el cáncer, por ejemplo, pero sí que las emociones afectan a nuestra salud. Como persona que ha pasado por un cáncer, y hablo por mí, sí sé que las emociones me afectan y las voy a gestionar. Luego la vida decidirá, eso no lo podemos controlar.

En cualquier caso, decidimos sobre nuestras emociones, sobre el poder que les otorgamos.

El mayor poder de elección que tenemos es elegir nuestra actitud. Habrá personas que van a decir que no pueden escoger entre estar tristes o no; quizá te lo parece por el tiempo que llevas anclado en esta emoción, porque no permites liberarla. Pero cuando la expresas, sí puedes decidir sobre tu conducta. Cuando recibí mi diagnóstico lo primero que dije a mi familia y a mi entorno fue: “el primero que me hable de negatividad sea cual sea el tema abordado, lo aparto de mi vida”. En este momento, solo necesitaba cosas bonitas y fue una herramienta brutal para concentrarme y tirar hacia adelante para ver cada día como un logro y una oportunidad.

“Es importante no entrar en el rol de víctima”

Eres exdeportista de élite y veterinaria. Se supone que lo primero te ha permitido adquirir mucha fuerza de voluntad. De lo segundo hablas en tu libro y nos damos cuenta que los animales, en particular los caballos, te ayudan a comprender a los seres humanos. ¿Me lo puedes explicar, por favor?

Una de las cosas de las que me di cuenta es que nos creemos que animales y personas venimos de lugares distintos. Los humanos tenemos naturaleza animal igualmente. Como cualquier ser vivo, somos esencia. He visto que los caballos conectan a las personas con su propia sustancia. En su estado natural son animales depredados, es decir que son presa de cazadores o de otros animales. La naturaleza del ser humano es depredador; eso nos posiciona para tener un lenguaje corporal determinado, una mirada bifocal. Los caballos están tan conectados con ellos mismos, con el entorno, porque lo necesitan para sobrevivir, que logran ese efecto espejo y te recuerdan de dónde vienes. Te ayudan a unirte a tu yo profundo. Eso ha sido muy revelador, en mi caso tanto trabajando con caballos como con perros. En mis talleres, a medida que van pasando las sesiones, veo como las personas se van quitando las capas. Personas que al llegar no querían tocar a los caballos por miedo acaban con más de un caballo a su lado acariciándolos, en una situación de armonía en la que los propios caballos y las personas quieren estar juntos.

¿Quién acude a los talleres?

Empecé con niños pero, con el tiempo, me di cuenta que los propios padres estaban proyectando sus miedos en los hijos y veía cómo los niños en una o dos horas liberaban las emociones. Ahora acuden también adultos. Cuando empiezas a tener una vida sana contigo mismo, la puedes tener con otras personas. Es cuando puedes transmitir a los demás este amor puro, esta esencia.

No nos damos cuenta de lo que transmitimos a nuestros hijos.

Personalmente he sido madre hace un año y medio, y he visto la importancia de hacer un trabajo personal antes de ser padres. Los hijos te remueven porque te hacen de espejo y son pequeños budas, como yo les llamo. Si no has hecho un trabajo previo de gestión emocional de querer crecer y quitar estos lastres, al final lo tendrás que hacer en un momento dado.

¿No hay vida plena y en conciencia si no hay introspección?

Es muy atrevido afirmarlo. Desde mi punto de vista, la plenitud, la felicidad, la autorrealización no llegan hasta que haya crecimiento. A partir de allí, cada uno es responsable de cómo quiere vivir su vida. Habrá para quien la felicidad sea conseguir cada día un plato en la mesa, y para otro sea crear un imperio. Hay muchos sinónimos de felicidad. Hablabas de plenitud; para mí la felicidad es sentirme plena, realizada; cuando sé que estoy en mi lugar. No he encontrado una sola palabra para definir este estado; sí el lema que es Sí a la vida.

“Tenemos que dejar de querer controlarlo todo, hay que rendirse”

Hablas del efecto espejo y citas una frase de Alejandro Jodorowsky que me encanta: “no me conoces, me imaginas, solo ves en mí lo que eres tú”. Muchas veces juzgamos, culpamos y viceversa, a los demás. Explicas que cuando actuamos así, es una clara indicación de una debilidad nuestra. También tenemos tendencia a interpretar algo que vemos pero no nos tomamos el tiempo de observar detenidamente. ¿Qué tenemos que hacer para evitar ambos comportamientos?

Ante todo responsabilizarnos, lo que implica no culparse. Y luego decidimos, pero es en este punto donde la mayoría de las personas se quedan atascadas. Porque decidir implica que puedes equivocarte. Tal y como vivimos actualmente, nosotros mismos nos culpamos y nos juzgamos si cometemos un error. Si empiezas echándote la culpa, te vas a encontrar con personas que te van a culpar y juzgar, es el efecto espejo. Les estás diciendo “se me puede tratar así porque yo me trato así”.

Hay que poner límites, ¿no?

Se mezclan dos cosas. Una es cuando interactúas con los demás y pones el límite, que se puede poner de muchas maneras, desde un modal agresivo o desde el ejemplo. Es decir “a mí se me trata con amor porque yo me trato con amor”. Ya no es porque yo lo digo sino porque lo demuestro; con mis actos lo estoy demostrando al mundo.

Dame un ejemplo, por favor.

Priorizándote. En el libro hablo de la diferencia entre priorizar y ser egoísta. Es muy necesario entender esta diferencia. Para las mujeres, primero son los hijos, primero la pareja, primero el trabajo, primero todo y yo la última. Lo que estás diciendo a la vida es que eres la última y que te puede tratar del modo que quiera porque delante de ti están todos los demás. Parece que si te pones en primera posición, eres egoísta pero es muy diferente ponerse la primera y que nos importe más bien poco lo que hacen o les pase a los demás, o para poder ofrecer lo mejor a mis hijos, a mi pareja, a mi familia, a mis compañeros, etc.

“Uno de los ejercicios que propongo es mirarte al espejo y sonreír aunque estés en tu peor momento”

Decir que la vida es bella, que podemos salir adelante si lo queremos suena maravilloso. Pero para algunos puede sonar inverosímil dependiendo de las circunstancias o simplemente mirando a nuestro alrededor para las personas que son altamente sensibles, por ejemplo. De verdad, ¿es factible todo lo que cuentas?

Hay un pequeño detalle que la gente no suele contemplar. Siempre hay un precio a pagar. ¿Estás dispuesto a pagarlo o no? Es la pregunta. Hay dos tipos de positivismo: por un lado, el forzado en el que las personas están siempre muy contentas porque no se permiten estar tristes o rabiosas y algún día van a estallar. Y otras que son muy positivas porque lo son profundamente, porque en algún momento han tocado fondo y han liberado sus sombras para ser personas alegres.

¿Hay que tocar fondo?

No es necesario, pero sí lo es liberar estas sombras. Hay personas que no cambian por conseguir algo sino porque ya les ha dolido suficientemente.

¿Parece que tenemos que vivir un drama para ser conscientes de ello?

Eso parece pero, en realidad, no es necesario. Por eso nos tenemos que hacer responsables de nuestra vida y a partir de allí tomamos nuestras decisiones. Pero es más cómodo dejarse llevar, no mirar estas sombras porque es doloroso; sin embargo, en algún momento, la vida te dice hasta aquí y te obliga a crecer, que es cuando realmente tocas fondo o algo sucede que te obliga a mirar tu parte oscura. Existen muchos recursos para ayudarnos a no llegar a este extremo y poder conectar con nuestra esencia y realmente ver que es más doloroso lo que puede pasar si no miras tus sombras que mirarlas ahora. Te liberas haciéndolo. Angelina Jolie en su película Unbroken lo expresa perfectamente, “un momento de dolor bien vale una vida de gloria”. Y es así. Una vez que te derrumbas y te permites expresar tus emociones, puedes vivir ligero.

“Para las mujeres, primero son los hijos, primero la pareja, primero el trabajo, primero todo y yo la última. Lo que estás diciendo a la vida es que eres la última y que te puede tratar del modo que quiera porque delante de ti están todos los demás”

¿Por qué nos venden el sacrosanto positivismo por todos lados? Al final es casi dañino…

No es que sea dañino porque soy propositivismo.

Pero tú asumes la parte oscura para llegar a ser más positiva…

Depende de la perspectiva. Uno de los ejercicios que propongo es mirarte al espejo y sonreír aunque estés en tu peor momento. Una cosa es mirar tus sombras y afrontarlas y otra es recrearte. La propia mente te lleva al drama, te metes en el pozo y no hay manera de salir de ello.

¿Con ayuda de especialistas?

Si uno es autosuficiente, no hace falta; sin embargo, la mayoría necesitamos ayuda ya sea de un psicólogo, coach, terapeuta, etc.

¿Tenemos las herramientas para indagar solos?

Las tenemos. El especialista, sea quien sea, te va a recordar lo que tienes dentro. Lo que pasa durante el paso de los años; nos hemos añadido capas, nos hemos desconectado de nosotros mismos entrando en incoherencia y por eso llega un momento en el que no encontramos la respuesta. Lo que dices, lo que sientes, debe ir en la misma dirección, eso es estar en coherencia. Lo que estoy viendo ahora, educando a mi hijo, es que se me escapan cosas y me doy cuenta de que no era lo que quería expresar porque sé la repercusión que tiene. Pero no me fustigo, sencillamente reformulo la frase. Tomar consciencia de las frases que nos han dicho nuestros padres, obviamente desde el amor más profundo, que nos han marcado “no te enfades”, “no llores”; pero, ¿cómo no me voy a enfadar o llorar? Antes no se expresaban las emociones porque muchos de ellos han vivido la guerra, una situación de supervivencia. Ahora estamos en una era en la que podemos sentir, en la que podemos vivir. Ellos son el fruto de la educación de sus propios padres, etc. La vida evoluciona, cambia. Debemos adaptarnos al momento en el que vivimos. Hay más positivismo pero hay que tomar consciencia del camino.

¿Para alcanzar tal nivel hay que estar controlando de manera casi permanente para no cometer errores?

Debes asumir que nunca tendrás el control de tu vida. Puedes decidir lo que vas a hacer con lo que te ha pasado, pero nunca vas poder controlar lo que ocurre o sucede en tu vida. Tenemos que dejar de querer controlarlo todo, hay que rendirse. Con lo que sobreviene, se puede gestionar, tener el poder de decisión, de actitud, de escoger pero no se puede controlar. Por ejemplo, ¿habré provocado yo mi cáncer? Es lo que dicen algunos… ¿Lo he creado o se me ha dado esta situación? Lo desconozco y me importa un pepino. Ha pasado y a partir de allí lo gestiono y hago lo que está en mis manos. Soy consciente de lo que puedo hacer para intentar evitar volver a caer en eso, sin centrarme solo en lo que quiero evitar, sino en lo que quiero más en mi vida. No me gusta la palabra control porque te posiciona en una situación en la que pierdes esta humildad, esta rendición, ese sí a la vida, en este confiar. Controlar es desconfiar.