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¿Por qué el consumo de lácteos está estigmatizado?

Por JAVIER GRANDA REVILLA

LOS LÁCTEOS SON UNO DE LOS ALIMENTOS QUE MÁS POLÉMICA CONLLEVAN EN EL ÁMBITO DE LA DIETÉTICA, CON NUMEROSOS BULOS SOBRE SUS SUPUESTAS PROPIEDADES PERJUDICIALES PARA LA SALUD. HABLAMOS CON TRES EXPERTAS PARA QUE NOS REVISEN LA EVIDENCIA CIENTÍFICA SOBRE SU CONSUMO.

A lo largo de los años, los lácteos, y sobre todo el queso, se han considerado alimentos perjudiciales para la salud por su alto contenido en grasa. “Pero, en cambio, no es así”, explica la dietista-nutricionista Rocío Aparisi, miembro de la Junta Directiva del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODiNuCoVa). Como recalca, muchas personas deciden retirar los lácteos de su alimentación porque dicen que les sientan mal. “Sí es cierto que existe parte de la población que tiene mala asimilación porque contienen lactosa: son personas que carecen de la enzima lactasa, que es la encargada de digerir la lactosa. Al no poder digerirla, produce síntomas gastrointestinales como hinchazón, diarrea y distensión abdominal. Por lo tanto, este colectivo sí debería retirar los lácteos, salvo que se consuman sin lactosa o, por ejemplo, los quesos curados, que no la contienen. El resto de la población puede hacer sin problema alguno un consumo de lácteos junto con una alimentación equilibrada”, detalla Aparisi.

Los bulos sobre los lácteos son muy numerosos. La doctora Emilia Cancer, miembro del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), repasa algunos de ellos: los detractores de los lácteos dicen de la leche y sus derivados que aumentan las fracturas óseas en lugar de reducirlas; que aumentan el riesgo de diabetes o de padecer enfermedad cardiovascular; que engordan mucho; que favorecen la aparición de algunos cánceres, así como que aumentan la mortalidad en general. También defienden que los beneficios nutricionales de los productos lácteos se pueden obtener de otras fuentes.

Lácteos y bulos

Rocío Aparici añade más bulos: se asegura que el consumo de lácteos sube el colesterol y, sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que un consumo de las raciones recomendadas de lácteos mejora la relación entre colesterol de las HDL (el llamado “colesterol bueno”) y el colesterol de las LDL (“colesterol malo”). Además, se dice que la leche provoca moco y asma, pero los estudios en los que se dan a ciegas leche y un placebo no se vieron relaciones directas con que la leche causara dichos síntomas.

Los beneficios de los lácteos

La realidad es que los lácteos contienen múltiples nutrientes. “Son el principal aporte de calcio a nuestra dieta, pero también de proteínas de alto valor biológico, grasas, magnesio, fósforo, potasio, zinc, selenio y vitaminas liposolubles”, detalla la doctora Rosaura Leis, coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago. “Para que nuestra dieta aporte todos los nutrientes necesarios debe ser completa, variada y adecuada a la edad, el sexo, el estado de salud y la actividad física. La leche y los derivados lácteos forman parte de la base de la pirámide alimentaria saludable. Se deben consumir a diario en cantidad suficiente”, añade la doctora Leis.

¿Pueden producir cáncer?

El consumo de productos lácteos se ha relacionado con el aumento del riesgo de cáncer de próstata o de endometrio. También con un efecto protector en relación con el cáncer de colon. Sin embargo, como recalca la doctora Cancer, los estudios existentes tienen una limitación importante. “Casi todos se han realizado en personas en la mediana edad o mayores, mientras que muchos factores de riesgo de padecer cáncer se inician en la infancia o la vida adulta temprana. Así que, actualmente, no existe evidencia clara que asocie un consumo adecuado de productos lácteos con un mayor riesgo de padecer cáncer”, subraya. Por tanto, la doctora Cancer insiste que las personas en tratamiento por cáncer “no deben eliminar los lácteos de su alimentación. Deben seguir una alimentación equilibrada y saludable, que puede incluir el consumo diario de dos raciones de lácteos. Y, en caso de sobrepeso u obesidad, se aconseja consumir lácteos bajos en grasa, en sus formas desnatadas”. Debe recordarse que una ración de lácteos equivale a un vaso o una taza de leche (200-250 mililitros), dos yogures (250 gramos), 40-60 gramos de queso curado u 80-125 gramos de queso fresco. En cuanto a otras propiedades de los lácteos, la doctora Leis indica que parece haber asociaciones positivas entre la ingesta moderada de leche por la mujer durante el embarazo y el peso, la longitud y el contenido mineral óseo del niño al nacer y durante la infancia.

Productos lácteos y riesgos de fragilidad ósea

Además, el consumo de productos lácteos puede reducir los riesgos de fragilidad y de sarcopenia y la pérdida de masa muscular de las personas mayores debida al envejecimiento. “Sin embargo, el mayor consumo de productos lácteos no muestra una asociación clara con el riesgo total de fractura osteoporótica y fractura de cadera, aunque sí se encuentra un menor riesgo de fractura vertebral. Por otra parte, el consumo de productos lácteos totales y bajos en grasa se asocia con un riesgo reducido de síndrome metabólico. E incluso parece existir una asociación inversa con la cardiopatía isquémica y el infarto de miocardio”, concluye Leis.