7 minute read

Mireia Cabanyes, una mujer sin límites

Mireia Cabanyes se define como una influencer con discapacidad, apasionada por el marketing y amante de la vida. Superó un sarcoma de Ewing a los siete años que le cambió su niñez. Perdió una pierna pero no las ganas de vivir. Al descubrirla en las las redes sociales, solo se ve una atractiva joven disfrutando de la vida, al igual que otros muchos jóvenes de su edad. Pero detrás de las imágenes también está presente el sufrimiento, tema del que nos olvidamos a menudo cuando se trata del cáncer. Por Valérie Dana

Padeciste un cáncer a los siete años que te ha dejado secuelas de por vida. ¿Tienes recuerdos de esa época? Obviamente, es una época de la vida que es imposible olvidar. Suelo dar charlas de motivación tanto a adultos como a niños, y en ellas siempre explico que mi fuerza y personalidad vienen dadas por esa época. Que el cáncer me ha quitado pero también me ha dado. Recuerdo momentos en los que no paraba de vomitar de tanta quimioterapia, recuerdo también los momentos de juegos con mis compañeros de planta. Recuerdo la última vez que disfruté de la piscina cuando todavía tenía dos piernas. Recuerdo también cuando mis padres me ponían la mano en la frente para calmarme, esto todavía lo necesito. Y muchos más recuerdos. ¿Cómo afrontaste las miradas? Pues la verdad es que con cierta chulería. Una tía de mi padre, que en paz descanse, me contó que con ocho años bajamos a la playa y se me quedó un señor mirando al cual le contesté: “No me mire usted mucho que está casi peor que yo”. El hecho de protegerme de las miradas y las críticas me hizo adquirir un rol de ‘chica mala’, cosa de la que no me enorgullezco para nada. Antes de que me miraran o me cri

ticaran, atacaba yo. Hoy por hoy me lo tomo a risa. Si me miran, hago movimientos exagerados para que me miren más o incluso mis amigos se rían. La frase que más pronuncia Anna, una de mis mejores amigas es: ‘Mireia, ¡para!’, porque no paro de hacer el tonto o de provocar. Ya que miran, que miren con motivo, ¿no? ¿Cómo reaccionaron tus padres? ¡Menuda pregunta! ¿Cómo van a reaccionar? Pues fatal, pero con fuerza y valentía. Mi padre, además, perdió a su padre a causa de un cáncer cuando tenía 17 años. Lo que más me gustó es que contaran conmigo para todo. Me explicaban la situación en detalle, las pruebas que me iban a realizar. Algo de lo que siempre les estaré agradecida es de que me hiciesen, aún tan pequeña, partícipe de las decisiones. ¿Esta pérdida te ha hecho más fuerte? Sin lugar a dudas; pero, sobre todo, más madura. Aunque también demasiado práctica. No pierdo el tiempo en enfados o discusiones. No me complico demasiado la vida, que bastante se complica ella sola. Me cuesta ver los problemas ya que siempre acabo viendo las soluciones, por muy duras que sean. Y eso lo llevo tanto al terreno personal como al laboral. ¿Te has sentido discriminada por tener una discapacidad? Discriminada como tal, no. Es cierto que hay cosas que no

“Las limitaciones no existen cuando puedes inventar alternativas”

he podido hacer, o más bien que no me han dejado hacer por protección y cuidado. No obstante, he practicado surf, he intentado el snow. En el ámbito personal ninguna persona me ha rechazado a la hora de una relación. No tengo queja, la verdad. Transmites positivismo pero, ¿cómo gestionas los bajones? Pues mira, ahora mismo me pillas en una de las épocas más flojas de mi vida. Últimamente tengo que lidiar a diario con el dolor y eso me hace estar un tanto más apática. Intento siempre buscar cosas nuevas, cosas o personas que me motiven. Me funciona muy bien buscar metas u objetivos, ya sean personales o profesionales. Cuando me entra un bajón me acuerdo de cuando estaba realmente jodida y digo: “Mireia, si has llegado hasta aquí, vamos a por la siguiente”. Me permito unos días de pensar y enseguida cojo fuerzas y vamos en búsqueda de aventura o nuevas sensaciones. Y así continuamente. En tu blog hablas de los dolores que sientes. ¿Cómo vives este sufrimiento? Pues depende del dolor y de la época. Esta semana no muy bien; he llegado incluso a pasar algunas noches llorando, ya no de dolor, sino de impotencia y cansancio. Pero bueno, si duele es porque vives, ¿no? Y eso, querida mía, hay que celebrarlo. Conforme me hago mayor, y aunque solo tengo 32 años, mi cuerpo va, como se suele decir, ‘para abajo’, por lo que el dolor va a más. Ahora estoy redescubriendo mi cuerpo y viendo qué es lo que me produce el dolor y cómo se puede remediar o reducir. Así que me he apuntado a yoga, voy a volver a nadar y a tratar de no estar sentada más de dos horas seguidas. Y, por último, nos guste o no, hay que recurrir muchas veces a la medicación. ¿El hecho de enseñar tu realidad sin tapujos en redes sociales es una necesidad para ti a nivel personal o lo haces solamente para ayudar a los demás? Yo no tengo ninguna necesidad de enseñar nada, es algo que simplemente me da igual. Ni me gusta, ni me disgusta. Muestro mi cuerpo como cualquier otra persona. Y si puedo ayudar, mejor que mejor. Hay mucha gente que me escribe o me manda emails dándome las gracias por ser tan natural. Que gracias a mi espontaneidad o mi ejemplo les he ayudado a ellos mismos a superar problemas. Eres joven, atractiva... ¿Has dudado de ti como mujer por tener una pierna ortopédica? Muchas gracias por lo de atractiva. Nunca he dudado de mí, del mismo modo que no dudo de las personas. Creo que los seres humanos somos mucho más que un cuerpo con sus huesos, sus órganos y sus venas. Somos energía y tenemos fuerza. Si queremos algo, podemos conseguirlo; solo hay que esforzarse y ponerle ganas. A unos nos costará más que a otros, pero siempre se puede conseguir, ¿por qué dudar? ¿Hay hombres que no han sabido encajar esta situación? La verdad es que nunca me he llevado un ‘no’ por respuesta. ¡He tenido suerte! Creo que la gente no ve en mí una persona con discapacidad. Ven mi carácter, mi forma de ser y eso vale más que cualquier cuerpazo. Me ocurre, además, a menudo estar entre un grupo de gente que hace planes, y mirarles y decirles: “conmigo no contéis”, y enseguida me piden disculpas porque se les olvida que tengo una pierna ortopédica. ¿Perdón por ello? ¡Todo lo contrario! Es de agradecer que te traten como a una más y no te vean como una persona con limitaciones. ¿Cómo se comportaron tus amigos a los siete años? ¿Y desde entonces? Tengo los mejores amigos del mundo entero. Si no llega a ser por ellos, el proceso hubiese sido muchísimo más duro. Te puedo contar mil anécdotas. Cuando tenía tratamientos largos, deseaba salir del hospital solo para ir al colegio y ver a mis amigos. ¿Cuáles son tus sueños? Tengo muchos, suelo soñar despierta. Y poco a poco los voy cumpliendo. Pero si solo tuviese que elegir uno sería: ser feliz y no sentir dolor. ¿Qué mensaje quieres dar a través de tu experiencia? Que vida solo hay una y que no todos la podemos vivir de la misma manera. Pero ahí está lo bonito, en la diferencia, en la diversidad. Que las limitaciones no existen cuando puedes inventar alternativas. Que las ganas son las que tienen el poder y que si quieres, puedes. Le guste o no a la gente.

EL NUEVO EAU DE PARFUM