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Cuando el cáncer genital es masculino

La sociedad está acostumbrada a leer o escuchar información sobre el cáncer ‘femenino’: mama, ovarios o cuello de útero. Menos sobre el masculino y, sin embargo, existe. Es el caso del de próstata, pene o testículos, todos diferentes. Mientras los dos primeros afectan a varones de más edad, el tercero incide mayoritariamente en jóvenes adultos. Los especialistas reconocen que mientras que el más común, el de próstata, tiene estrechado el cerco para su detección precoz, los otros dos dependen de que los hombres se conciencien de la necesidad de realizarse autochequeos. Por Patricia Matey CUANDO EL CÁNCER GENITAL ES MASCULINO S Seguramente a nadie se le escapa uno de los casos de cáncer masculinos del aparato reproductor más difundidos y de mayor incidencia: el de próstata. Según la Asociación Española Contra el Cáncer, se trata del más frecuente entre los hombres, con aproximadamente 899.000 nuevos casos al año en el mundo. Sin embargo, sigue vigente el ‘anonimato’ de los otros dos que afectan a los varones (pene y testículos), y que en ciertos momentos han copado los medios de comunicación. Mirando hacia atrás, seguramente el conocimiento de la población sobre el cáncer de testículo llegó de la mano del ciclista estadounidense Lance Armstrong que en 1996, con tan solo 25 años, anunció ser su víctima. Campeón mundial en 1993 en Oslo, por delante de Miguel Induráin, volvió al sillín dos años después. Tras él, es conocido el caso de Ivan Basso. Pero no son los únicos deportistas de élite que lo han sufrido. Arjen Robben, delantero del Bayern de Múnich, lo padeció cuando tenía solamente 20 años, como también José Francisco Molina, portero de Atlético de Madrid, Deportivo y Levante, y muchos otros. El cáncer de testículo no es más frecuente, ni mucho menos, que el de pene en lo que se refi ere a los tumores genitales masculinos. La diferencia entre ambos reside en que, mientras que el primero aparece en edades tempranas, el segundo afecta a varones de más edad, como sucede con el de próstata.

Próstata Según la SEOM, “es el cáncer urológico más frecuente entre la población masculina española. Actualmente constituye la tercera causa de muerte por neoplasia en el varón, tras el cáncer de pulmón y estómago. Se trata de una neoplasia muy excepcional en menores de 35 años, y aumenta su incidencia y mortalidad con la edad”. Actualmente, “se manejan distintos métodos para su detección precoz. Los más sencillos y económicos son el tacto rectal y la determinación del antígeno prostático de superficie (PSA), que se realiza a través de un análisis sanguíneo. Los parámetros PSA densidad, PSA velocidad y PSA libre han venido a afinar más la determinación del grupo de pacientes en el que está indicada la biopsia prostática de confirmación diagnóstica. El método más fiable en la actualidad parece ser el índice de PSA, que es el cociente entre el PSA libre y el PSA total. Por debajo de 0.18 sugiere el carcinoma y por encima de esa cifra la hipertrofia benigna de próstata. Cuando el cáncer es organo - confinado, es decir que solo está presente en la glándula, se trata con prostatectomía radical, radioterapia radical o braquiterapia”. La elección del tratamiento va a estar condicionada por la anatomía de la glándula y, sobre todo, “por las preferencias del paciente, ya que cualquiera de los tres procedimientos puede curar la enfermedad. Cuando el tumor está diseminado, el tratamiento de elección es la hormonoterapia que se administra en distintas pautas y combinaciones. Se trata de un tratamiento muy efectivo y que permite una buena calidad de vida al paciente”, insiste la institución.

Pene Respecto a los otros dos tipos de cáncer masculinos, el doctor Martín Lázaro, vocal de la junta directiva de SEOM y oncólogo médico del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, reconoce que “el de pene tiene su origen en el epitelio que lo recubre, y se localiza más frecuentemente en glande y prepucio. Suele detectarse por lesiones cutáneas o lesiones palpables, así como por síntomas locales como infecciones, sangrados o úlceras”. Normalmente aparece “en edad avanzada, siendo la más frecuente los 60 años y representa menos del 1 % de todos los tumores en España. Se asocia a diferentes condiciones como la práctica de fimosis, el tabaquismo y determinadas infecciones, como el virus del papiloma humano (VPH) o el VIH (el del sida). El VPH está presente prácticamente en la mitad de los casos, sobre todo el 16 y el 18”, insiste el especialista. El tratamiento, añade, “es fundamentalmente quirúrgico, aunque en ocasiones es necesario la administración de terapia complementaria con radioterapia o quimioterapia en pacientes con algo de riesgo. Cuando la enfermedad está avanzada (se ha diseminado a otros órganos), la elección terapéutica será la quimioterapia, que consigue que el tumor disminuya de tamaño en 40 de cada 100 pacientes”.

Testículos Los tumores de testículo, en cambio, suelen ser “de estirpe germinal y normalmente aparecen a edades más tempranas, entre los 15 y los 35 años, aunque también pueden debutar más tarde. Se dividen en dos grupos: seminoma y no-seminomatosos. Representan el 1 % de los tumores, y en nuestro país se calcula que se diagnostican unos 750 casos nuevos cada año. Normalmente se detectan como un nódulo en un testículo o por incremento en el tamaño del mismo que no suele causar dolor, pero también pueden descubrirse por síntomas derivados de afectación en otros órganos, como tos por metástasis pulmonares, dolor lumbar por afectación de ganglios en abdomen, etc.”, recuerda el experto de la SEOM. En estos casos, “el factor de riesgo más conocido asociado a su aparición es la criptporquidia (presencia de testículo en abdomen y no en bolsa escrotal que se produce en la infancia), aunque realmente en la actualidad es muy difícil poder estimar fehacientemente este incremento en el riesgo. Otros factores incluyen la infección por VIH o los antecedentes familiares, aunque en muy bajo porcentaje. Este tipo de tumores se caracterizan porque a veces presentan unas sustancias en sangre que pueden estar elevadas, los conocidos como marcadores tumorales, y que nos pueden servir para evaluar riesgos de recaída o respuestas a tratamientos”, agrega. El tratamiento fundamental es el quirúrgico. “La extirpación del testículo afectado, ya que a este órgano no llegan bien los quimioterápicos. En los casos de buen pronóstico se puede hacer un seguimiento estrecho del paciente sin necesidad de tratamiento”, aclara el doctor Lázaro. Sin embargo, hay casos que requieren “la administración de quimioterapia basada en un fármaco llamado cisplatino. También la radioterapia puede ser considerada en determinadas situaciones, máxime si se detecta la presencia de metástasis en ganglios u otros órganos. La administración de quimioterapia ha constatado la curación en la gran mayoría de pacientes. Por este motivo se considera un tipo de tumor con excelentes oportunidades de tratamiento curativo”. El caso de que se haya “documentado su frecuencia en deportistas de élite es debido a que es más frecuente en edades jóvenes. Ocurre que cuando este tipo de cáncer afecta a personas conocidas, alcanza una gran repercusión en la prensa, sin que tenga que ver con ello el que tenga una mayor incidencia en este grupo de la población. La mayoría de los pacientes, como hemos dicho, se van a curar y posteriormente habrá que hacer un seguimiento. Por un lado, para detectar posibles recaídas y, por otro, para prevenir posibles toxicidades a largo plazo como consecuencia de la administración de tratamientos, como pueden ser un ligero incremento en otros tumores o posibles efectos cardiovasculares o pulmonares”, apostilla el especialista. Finalmente, es importante destacar que las instituciones insisten en la necesidad del autochequeo para la detección precoz de estos tumores genitales.