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Conócete a ti misma

Por Valérie Dana ● Fotografía: Thierry Dana

Factores de riesgo. Sé que más de una odia estas tres palabras. “Hice vida sana toda mi vida y tengo cáncer”. Que el cáncer es una lotería es verdad en muchos casos, pero un 40 % de ellos se podría evitar. Utilizo conscientemente el condicional, porque nada es seguro en esta vida. Pero entonces, ¿merece la pena cambiar el enfoque para cuidarnos? Francamente, y hablo en primera persona, creo que el bienestar que podemos llegar a sentir al amarnos, es decir, al mimarnos, es un premio que nos dedicamos.

Vivimos en una sociedad en la que se nos pide aparentar, tener éxito, estar en todo, siempre. Pero, ¿dónde estamos nosotros como ente en esta carrera del “el que gana es el que más tiene”? En ningún sitio, porque el final será idéntico para todos nosotros… No nos tomamos en serio la palabra ‘prevención’; es más, suena a castigo. Y es todo lo contrario. Podría ser sinónimo de placer, amor, disfrute... Pero no es así. La relacionamos con prohibición. Porque vivir la vida debe ser exceso. ¿Quién lo planteó así? No lo sé, pero esta idea se ha extendido como la pólvora. No nos escuchamos. La vida nos envía mensajes que oímos pero no los escuchamos. Hasta que un día nos para, y dar marcha atrás es de todo menos sencillo. El estrés que nos mantiene despiertos gran parte de la noche, que nos hace comer de más o de menos, que no deja en paz nuestra mente, es uno de nuestros peores enemigos. Si no existe relación científicamente demostrada entre cáncer y estrés, sí sabemos que el agotamiento, la ansiedad, el burnout debilitan nuestro sistema inmunitario. Y eso es la puerta abierta a todo tipo de enfermedades y trastornos.

¿ Qué hacer para vivir mejor?

¿Debemos renunciar a todo y vivir encerrados, lejos de la realidad para preservarnos? Para nada. Simplemente hay que escucharse. Me vais a replicar: “no tengo tiempo. Eso vale para las personas que no tienen familia, obligaciones, trabajo...”. Excusas. La semana tiene 168 horas. ¿Me vais a decir que no podéis sacar dos o tres horas? Visto así las perspectivas cambian, ¿verdad?

☼ Consejo: cada semana tacha una franja de unos 30 minutos en tu agenda con el fin de reservar este momento para no hacer nada. Sí, lees bien, no hacer nada permite ser más creativo (no hacer nada significa no tocar el móvil, no ver la tele ni escuchar música, no pasear: en pocas palabras, aburrirte).

Pedir ayuda

Al sentirse desbordado, sin ganas de nada o simplemente en desfase con lo que nos rodea, no deberíamos dudar ni un minuto en pedir ayuda. No estamos locos, no tenemos una enfermedad mental por llamar a la puerta de un psicólogo.

Me he dado cuenta de que en el siglo XXI seguimos pensando así y eso me da pavor. Es importante que la persona que nos escuche no nos conozca, por eso hablar con amigas nunca resultará lo mismo. Casi siempre buscamos excusas cuando hay sentimientos de por medio. No estamos preparados para comprender todos los entresijos del ser humano. Y nuestra experiencia, aunque sea muy valiosa, no hace de nosotros un especialista. Dicho esto, hay que tener mucha confianza en esta persona a la que vamos a abrir hasta nuestros rincones más oscuros. No es un mago, con lo cual va a depender también de nosotros el atrevernos a indagar profundamente en caminos que no están esparcidos con pétalos de rosa. No nos confundamos tampoco: nada se va a resolver por arte de magia; se trata de un trabajo difícil pero que merece la pena.

Dedicarse tiempo

Las vacaciones se acercan, ¿por qué no aprovecharlas para dedicarnos tiempo, a solas, o con un grupo de desconocidos, con el objetivo de buscar una solución a este estrés que envenena nuestra vida? Lo he vivido en primera persona y está claro que hubo un antes y después en mi vida tras esta experiencia. En La Vida en Rosa he tratado el tema de la gestión del estrés más de una vez con la especialista Conceiçao Espada*. En esta ocasión he viajado a mi tierra natal, Suiza, para descubrir de su mano lo que era escucharse, prestarse atención, protegerse de las agresiones exteriores de alguna manera. Durante una semana, en La Pierre Blanche, el tiempo se ha detenido. Iba a realizar una entrevista relacionada con el cáncer y me encontré metida en un grupo con cuatro personas que no conocía de nada. Cada una con su vida, sus dificultades y sus alegrías. Pero los cinco teníamos algo en común: una urgente necesidad de parar, de reencontrar nuestro ritmo, algo que la vida en sociedad suele impedir.

Ir a su propio encuentro

No fue fácil tomar la decisión de dedicarme una semana. Estaba en pleno cierre de la revista anterior pero decidí escucharme por una vez en mi vida porque lo necesitaba. No me había ido de vacaciones, estaba agotada y con problemas de salud. No tenía otra opción. Y llegué a un sitio mágico. En medio de la campiña del cantón de Fribourg que desconocía, me encontré un centro compuesto de un edificio moderno situado al lado de un pequeño “castillo”, en un amplio jardín, antesala de un bosque espectacular, la reserva protegida de aves migratorias La Grande Cariçaie. Sin hablar del lago de Neuchâtel, cuyo color turquesa se ha grabado en mi memoria para siempre. Nada más llegar me habitaron un sentimiento de paz y los recuerdos de mi infancia que pasé en plena naturaleza en otro cantón, el de Ginebra. La parte destinada a hotel respira también tranquilidad. Los materiales constructivos utilizados, de colores nada agresivos, traen a nuestra mirada una dulzura y un confort inigualables. Pensé que me había tocado la lotería. Un lugar idílico y mimos durante una semana, ¡qué plan! La realidad fue ligeramente diferente; sí fueron días de cuidados y de introspección (nada fácil), pero con normas.

¡ Fuera la tecnología!

Lo primero de todo fue apagar el móvil. Para los adictos como yo (gestiono parte de mi día a día a través de esta herramienta) la primera jornada fue algo extraña. Sin embargo, he de confesar que a lo largo de los días la experiencia fue más que placentera. Libertad, ligereza al no saber lo que los demás hacen, no enterarse de lo “urgente”... Al final nada es urgente a menos que lo decidas tú. ¿Alguna vez se ha parado el mundo porque no hemos podido contestar un mail, una llamada o un mensaje? La respuesta es no al 90 % (no hablo obviamente de tragedias). Consultar el móvil una vez al día o dos puede resultar más que suficiente. Nos consume estar al tanto de todo. ¿Qué más da si no leemos la noticia del día en el mismo instante de su anuncio? ¿De verdad nos importa saber lo que ha hecho nuestro vecino o la famosa de turno? NO.

☼ Consejo: reformatea tus prioridades en función de tus necesidades vitales.

Respirar

Tema esencial que pocos de nosotros sabemos realizar. ¡Tenemos que respirar como los bebés! ¿Recuerdas cómo lo hacen? Con el vientre. Hinchándolo y deshinchándolo. Por cierto, cuando nos pasa algo, el consejo que se nos da generalmente es “respira hondo”. Debemos inspirar, pero sobre todo espirar, para evacuar las tensiones. Para aprender a respirar os invito a descubrir los ejercicios de coherencia cardiaca. Para ello, se puede descargar una aplicación o mirarlo en Internet. Consiste en respirar unos minutos insistiendo más en la inspiración o en la expiración. Por ejemplo, si lo que buscamos es relajarnos, vamos a inspirar cuatro minutos y espirar durante seis. Si lo que deseamos es equilibrarnos, inspiramos cinco minutos y espiramos otros cinco. Si queremos sentirnos más enérgicos, vamos a inspirar seis minutos y espirar durante cuatro. Estos ejercicios repetidos varias veces a lo largo de nuestra jornada son un verdadero regalo. Por mi parte, he instalado una alarma cada dos horas y sea cual sea mi actividad, dejo todo para realizarlos.

Silencio

Si eliminar el móvil fue una experiencia, ¿qué podría decir sobre la práctica del silencio? Pues que no es tan fácil como parece. Hay personas silenciosas por naturaleza y otras que suelen tener siempre algo que decir. Estoy a medio camino entre las dos. Cuando estamos con desconocidos, lo lógico es intentar conocerse. En la vida real puede que sí, pero en esta semana tan especial, más bien no. El silencio relacionado con la palabra no me resulta dramático. Pero, ¿qué pasa con el silencio mental? Pensar en miles de temas a la vez provoca estrés y eso es justamente lo que debemos evitar. Comer, pasear, respirar pensando, concentrándose en esta actividad, es la clave de todo. Este paso es delicado por ser casi básico. Estamos continuamente rodeados de ruido, ya sea en la calle, en el trabajo, o en nuestra casa. ¿Cuándo has escuchado el silencio por última vez? Pues de eso se trata. Lo primero de todo es callarse.

Y sentir cómo nos quedamos. Buscar el silencio entre los ruidos como nos explica Eckhart Tolle en El silencio habla. Cuando nos callamos, estamos más atentos a nuestras reacciones y a lo que nos rodea. El mejor ejemplo es el de la comida. Si comes hablando, mirando a tu móvil o a la televisión, no te fijas en lo que está en tu plato ni en los sabores. Intenta quitarte todo del medio y mirar atentamente cada bocado: su color, su forma, su textura al ponerlo en tu boca y masticarlo lentamente. Luego permanece atenta a su camino en tu cuerpo. Suena a agobio solo leyéndolo pero hazme un favor (más bien hazte un favor) e inténtalo. Es impresionante. No tendrás tantas ganas de comer porque vas a empezar a alimentarte más lenta y conscientemente.

☼ Consejo: te invito a escuchar en Itunes nuestro podcast sobre este tema

El silencio también nos puede acompañar cuando paseamos. Está comprobado que caminar solamente tiene beneficios para la salud. Cuando es en silencio y en plena naturaleza, es simplemente magnífico porque te transporta a otra dimensión, en la verdadera realidad. Una meditación. En Japón se llama Shinrin-yoku o baño de bosque. Durante mi estancia, tuve la suerte de poder practicar el nordic walking en los bosques. Estar atenta a todo mientras caminas, a tu respiración, a los pájaros, a los árboles, sentir, oler la lluvia, los perfumes de las hojas mojadas… Ir a tu ritmo sin esperar nada o escuchar a nadie es oro. Redescubrir lo maravilloso que es nuestro planeta y lo que te puede aportar es mágico. Lo digo para los que, como yo, no suelen escaparse al monte o a la naturaleza. La energía que me han dado estos paseos y el simple hecho de vivir estos días lejos de todo ha sido increíble. Me han traído una paz que me cuesta describir.

Alimentación y estrés

¿Cuál es la relación entre alimentación y estrés? La nutricionista Stéphanie Bardet-Perriard nos explicó en un taller de nutrición que cuando estamos estresados nuestras glándulas suprarrenales segregan más adrenalina y cortisol. Estas dos hormonas aumentan la glucemia y el páncreas reacciona con una descarga de insulina cuya meta es bajar la tasa de glucosa. La consecuencia es el sueño que nos ataca en pleno día y una sensación de hambre. El cortisol -hormona producida por el estrés, así como por el café, el alcohol, las especias o los chicles- aumenta el apetito estimulando la secreción gástrica. En una sola frase: el estrés desequilibra nuestra digestión.

Comer equilibrado significa que no nos deben faltar:

● Vitaminas C, B1, B6, B9 y B12 (un complemento de esta última es imprescindible en caso de dieta plantbased).

● Minerales y oligoelementos como magnesio, hierro, selenio, cobre.

● Proteínas como triptófano (coles, brécol, plátanos, dátiles, mango, semillas de sésamo, girasol, calabaza, arroz integral, legumbres, tofu, lácteos, huevos, pescados y carne), phénylalanine, tirosina (champiñones, judías verde, perejil, espinacas, berenjena, almendras, anacardos, aguacate, lácteos, huevos, pescados y carne), arginina, glutamina.

● Omega 3.

Pero ¿dónde encontramos lo que necesitamos a diario? El magnesio, por ejemplo, se encuentra en ciertos tipos de agua mineral, chocolate y frutos secos como las almendras, las nueces y las avellanas; también en los cereales integrales como el arroz, la avena y el trigo sarraceno. En las legumbres, como las lentejas, y en el pescado azul y los mariscos. Las vitaminas B6, B9 y B12 están en las verduras de color verde, en los frutos secos, garbanzos, aguacate, ajo, shiitake, en la yema del huevo, en cereales, levadura de cerveza y en la carne y el pescado. Los Omega 3 permiten nutrir nuestro cerebro. Se encuentran en el salmón, la caballa, las sardinas, los arenques, las anchoas y el atún.

Un plato equilibrado debería contener el equivalente a:

● 50 % de verduras

● 20 % de legumbres

● 30 % de proteínas, sean vegetales o animales

● Sin olvidar tomar tres frutas al día

Como decía, si estamos viviendo un momento de estrés importante en nuestra vida, es mejor evitar el café, el té, el alcohol, las bebidas energizantes, las bebidas azucaradas, las especias, el ajo, la cebolla, por la noche, reduciendo las cantidades de todo ello durante el día.

☼ Consejo: intenta practicar un ejercicio de coherencia cardiaca antes de comer.

Ejercicio y estrés

¿Alguien sigue dudando de la importancia de practicar ejercicio físico? Está más que comprobado que es necesario, seamos pacientes o no. Nos permite evacuar las tensiones, nos cambia las ideas, envejecemos mejor porque tenemos más flexibilidad, etc. No hay que practicarlo como una sanción sino para pasar un rato a solas con nosotros mismos o con amigas y amigos, si nos apetece. No se trata tampoco de ganar medallas y de acabar exhausta. Mejor regularmente de buena calidad que mucho un día y luego nada durante meses. Esta práctica no es la expiación postfiestas navideñas o prevacaciones para perder kilos de más o lucir una talla menos. No. Debe de ser casi una filosofía de vida. Al igual que reservamos horas para ir a la compra, pues reservemos momentos para movernos. Durante esta semana caminé como expliqué antes, pero también pude disfrutar de clases de chikung que sigo practicando cada mañana. Os puedo asegurar que mi energía es muy diferente cuando hago mis ejercicios y cuando no. A mí me ha venido de perlas, pero tú debes hacer lo que te gusta. Si es bailar, hazlo y olvídate de lo que van a pensar de ti. No te busques excusas. Una o dos horas a la semana pueden cambiar el rumbo de tus pensamientos y bajar un estrés que a menudo se convierte en un insidioso enemigo. El bienestar puede ir de la mano de la prevención: se llama calidad de vida y amor por uno mismo.