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Cáncer y salud mental

Entre el 25 y el 30 % de los pacientes con cáncer pueden desarrollar algún trastorno no adaptativo a las exigencias de la vida cotidiana.

Por Paola García Costas • Fotos: lumas.es

En una división artificial de lo que es un ser humano se concibe a la persona como integrada por dos partes: cuerpo y mente. Desde esta mirada, las enfermedades mentales serían aquellas que afectan a lo mental. Sin embargo, cada vez es más cuestionada esta visión dicotómica y se amplía la visión.

La salud mental es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”

La definición de salud que propone la Organización Mundial de la Salud, OMS, “Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, remitiría a un continuum entre salud y enfermedad en el que los factores físicos, mentales y sociales están involucrados.

Según Yolanda Bernárdez, psicóloga psicoterapeuta en Aldaba Psicoterapias, “lo que muestra la investigación es que entre el 25 y el 30 % de las personas con cáncer podrán desarrollar algún trastorno no adaptativo, es decir, padecimientos que dificulten lidiar con las exigencias de su vida cotidiana como la depresión o la ansiedad, entre otros, y requerirían tratamiento psicológico específico”. No todas las personas parten de las mismas situaciones vitales, ni las repercusiones de todos los cánceres son las mismas. “Habría factores médicos (gravedad, sintomatología de la enfermedad), socio-culturales (tejido social y afectivo, recursos…) y psicológicos (modelos de afrontamiento de conflictos, sistemas de creencias, mandatos sociales...) que predisponen a la enfermedad mental”, explica la experta. Y en lo que respecta a los factores que predisponen a su cronificación, “el período postratamiento suele no tenerse en cuenta; sin embargo, la recuperación emocional del trauma del tratamiento del cáncer puede tomar más tiempo que la recuperación física. Los servicios psicológicos pueden ayudar a mitigar los efectos a largo plazo del tratamiento del cáncer”, dice Bernárdez.

Según esta psicóloga y psicoterapeuta, en las enfermedades mentales, en un porcentaje de casos se recomienda tratamiento psicológico: “psicoterapia individual en la que la alianza terapéutica es crucial. Se acompaña a la persona con cáncer en el proceso de integrar esta nueva pieza en su puzle vital. Implica encajar cambios vitales en el uso del tiempo, imagen corporal, malestar y dependencia de otras personas en un situación compleja en la puede sentirse amenazada la vida”.

Hay diferentes modelos de tratamiento. “Por ejemplo utilizar Focusing (1) la técnica del enfoque corporal desarrollada por mi admirado y recientemente fallecido Eugene Gendlin resulta de gran utilidad. También se ha mostrado de gran utilidad la intervención psicológica grupal en la que se construyen espacios protegidos”, explica Bernárdez. Ella relata que ha facilitado estos procesos con mujeres con cáncer de mama en el hospital HM Sanchinarro de Madrid con resultados eficaces y satisfactorios. Con todo, es clave para la salud mental de los pacientes con cáncer, dice, “desarrollar estrategias para aceptar y atender las emociones sentidas. Las emociones no son nunca negativas, podrán ser desagradables pero son adaptativas. Lo saludable es poder transitar por la emoción (rabia, tristeza, miedo…). O sea, no negar o esconder las emociones sentidas en las distintas fases de la enfermedad en la que los estresores protagonistas pueden ir variando”, explica la psicóloga y psicoterapeuta.

“lo pernicioso de la ‘dictadura’ del ser positivo o positiva

En este sentido, el transitar oncológico es favorecido por un mejor tránsito emocional. Y habla de “lo pernicioso de la ‘dictadura’ del ser positivo o positiva; el tienes que tener una actitud positiva, que se confunde con la autopercepción de inadecuación cuando te sientes mal o no suficientemente positivo o positiva”. A lo que añade: “Fuera culpa. La culpa no sirve a nadie. Y las personas enfermas no son culpables de padecer una enfermedad”.

En el cáncer hay variables que son fuente de malestar psicológico, el significado social de la palabra cáncer, su naturaleza crónica, la incertidumbre ante su evolución y los efectos secundarios de los tratamientos habituales.

En el cáncer hay variables que son fuente de malestar psicológico, el significado social de la palabra cáncer, su naturaleza crónica, la incertidumbre ante su evolución y los efectos secundarios de los tratamientos habituales. “Ante la cronicidad, la persona tiene que aprender a convivir con la enfermedad, modificando sus esquemas habituales de funcionamiento y poniendo en marcha sus recursos de afrontamiento”, dice Bernárdez.

La experta también enfatiza su convicción en la necesidad de realizar una atención a los pacientes de cáncer con perspectiva de género. “¿Y con ello, qué quiero decir? Por socialización de género, las mujeres mayoritariamente vivimos desde lo que se ha denominado la ‘ética del cuidado’ (2). Es decir, con una fuerte tendencia a dedicarnos a cuidar a las otras personas. Esto puede acarrear devastadores efectos sobre las mujeres cuando esta ética implique cuidar a otros y descuidarse a sí mismas. Cuando se vive un acontecimiento traumático, como la experiencia del cáncer, se requiere dedicar gran energía de vida en el ser para sí, y nos encontramos con dificultad por parte de mujeres para ponerse en el centro de su propia vida, especialmente cuando hay personas dependientes de ella”.

(1) Gendlin, E. (2008) Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. Editorial Mensajero. (2) Gilligan, C. (1982). In a Different Voice. Psychological Theory and Women’s Development. Harvard University Press.