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¿Cuál es nuestra relación con la cosmética natural?

Por Valérie Dana

Cosmética natural. Dos palabras cada vez más presentes en nuestra vida. Pero, ¿qué significan? Según una encuesta realizada por la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), la idea que el consumidor se hace de la cosmética natural es bastante diferente de lo que es en realidad.

Es ver la palabra natural y pensar casi inmediatamente en pureza, respeto medioambiental, bienestar... Las industrias alimentarias y cosméticas son muy conscientes de este fenómeno y utilizan este concepto, a veces sin razón, en numerosas campañas de publicidad.

Comer alimentos naturales, cuidarse con cosméticos naturales, está de moda. El planeta está mal, las enfermedades están más presentes que nunca en nuestra sociedad y pensamos, con o sin razón, que volver a lo natural nos va a salvar. Pero, ¿qué evidencia exactamente la palabra natural? La mayoría de nosotras vemos aloe vera, coco, karité, argán, rosa mosqueta, etc. y pensamos que, si lleva estos ingredientes, es natural. Sin embargo, poco sabemos del producto en sí.

Stanpa, preocupada por el número creciente de falsas informaciones sobre el tema, decidió realizar una encuesta muy rigurosa con el fin de evitar los bulos que circulan en la sociedad. Para ellos, menciones como champú sin lactosa o lacas de uñas veganas no tienen ningún sentido. También se ha abusado muchísimo de la palabra cruelty-free, algo que no ocurre en la Comunidad Europea. Hasta los chinos han sido forzados por las normas de EE. UU. y Europa a poner test alternativos a test en animales. Se hacen pruebas in vitro para saber si efectivamente es verdad. Poner cruelty-free en los envases se va a convertir en algo ilegal y será sancionado. Hay un compromiso de comunicación responsable elaborado por el sector que consiste en un código de autorregulación que garantice una comunicación responsable. Este código no existe desde 2015 porque nadie puede hacer test en animales.

Lo que está claro es que hay mucha ambivalencia en la mente del consumidor al que le interesa la cosmética natural. Lo que quiere es diferente a lo que hace. Cuando compra tiene otro comportamiento diferente al que pensaba tener.

Por otra parte, si respetar la naturaleza es indiscutible, ¿cómo encontrar el equilibrio entre ciencia, naturaleza y sociedad? ¿Cómo evoluciona el mercado de los productos naturales? Según Stanpa nadie define lo que es un producto natural. No se puede medir un mercado que no está definido. Sin duda, es un inconveniente…

Pawel Czerwinski

Durante los últimos años, el concepto de belleza natural se ha ido incorporando a la cultura de la sociedad. Es sinónimo de bienestar, salud y respeto al medioambiente.

Los hábitos de belleza están directamente vinculados con hábitos saludables como el ejercicio físico, la alimentación saludable y el descanso: invertimos más dinero en belleza, nos cuidamos más. Beauty está directamente relacionado con healthy.

NordWood Themes

Como el tema es más bien complicado, he hecho a la asociación Stampa algunas preguntas.

¿Qué significa la palabra natural cuando se trata de cosmética?

En la actualidad no hay una definición en la legislación, ni europea ni a nivel internacional, que defina qué es un producto cosmético natural. Sin embargo, sí existe una norma estandarizada y reconocida a nivel mundial, la norma ISO 16128 “Guidelines on technical definitions and criteria for natural and organic cosmetic ingredients and products”, que tiene como objetivo armonizar definiciones y criterios para dar claridad al mercado en todo lo relacionado con la cosmética natural y orgánica.

Según esta norma, se consideran ingredientes naturales “aquellos ingredientes cosméticos obtenidos únicamente de plantas, animales, microorganismos o minerales, incluidos los que se obtienen de estos materiales mediante procesos físicos y otros procesos recogidos en la norma”.

Nuestras lectoras la relacionan con “sin añadidos”, es decir que estaría comprando, por ejemplo, un aceite esencial 100 % puro. ¿Es eso?

Las afirmaciones cosméticas tales como “sin” o “libre de” o “0 %” se han vuelto cada vez más comunes y buscadas por los consumidores. Como resultado, la Comisión Europea ha publicado un documento técnico, Reivindicaciones de Productos Cosméticos, con el objetivo de proporcionar a las empresas una guía para la correcta aplicación del Reglamento 655/2013. De acuerdo con este reglamento las reivindicaciones sobre los productos cosméticos deberán ajustarse a los siguientes criterios comunes: cumplimiento de la legislación, veracidad, datos que sustentan la reivindicación, honradez, imparcialidad y que permita a los consumidores tomar decisiones con conocimiento de causa.

“Poner cruelty-free en los envases se va a convertir en algo ilegal y será sancionado. Hay un compromiso de comunicación responsable elaborado por el sector que consiste en un código de autorregulación que garantice una comunicación responsable. Este código no existe desde 2015 porque nadie puede hacer test en animales”

Para la mayoría de la gente, natural es sinónimo de no ser cancerígeno, no llevar parabenos, sulfatos, químicos sospechosos, etc. Pero hay productos para el pelo graso, por ejemplo, que deben tener sulfatos. ¿Cómo saber lo que debemos comprar? Por cierto, hablan tanto de sulfatos como de sulfitos. ¿Cuál es la diferencia?

Natural no es sinónimo de seguro. Los venenos más potentes se encuentran en la naturaleza. Te pongo algunos ejemplos: la cicuta, la belladona o el beleño son plantas que encontramos en la naturaleza, es decir, son naturales; sin embargo, si se ingieren pueden causar alteraciones graves en el ser humano, por lo que no son seguras. Ahora bien, los consumidores pueden estar muy tranquilos. La salud es la principal prioridad para la industria cosmética española y europea. Todos los productos cosméticos que podemos encontrar en el mercado europeo son completamente seguros. Contengan o no ingredientes naturales, tanto los productos como los ingredientes cosméticos tienen que cumplir con las estrictas normas de seguridad que marca la Comisión Europea en su reglamentación, la cual persigue garantizar la total seguridad de los consumidores.

Los sulfatos y los sulfitos son sales con diferente fórmula química; dependiendo del elemento químico al que se encuentre unido pueden tener una gran variabilidad de usos. Por ejemplo, el calcium sulfate se usa en cosmética y está autorizado como colorante, sin embargo, el camphor benzalkonium methosulfate, se usa en cosmética y está autorizado como filtro UV. Los sulfitos también se encuentran regulados y autorizados para ser utilizados en tintes capilares oxidantes, productos para el alisado del cabello y autobronceadores.

“Contengan o no ingredientes naturales, tanto los productos como los ingredientes cosméticos tienen que cumplir con las estrictas normas de seguridad que marca la Comisión Europea en su reglamentación, la cual persigue garantizar la total seguridad de los consumidores”

En cuanto a los parabenos, están presentes en todo. ¿Cómo diferenciar el malo del “bueno”?

No hay evidencia científica de que ningún cosmético que contenga parabenos represente un riesgo para la salud. Precisamente, los parabenos que se utilizan en cosmética han demostrado ser de los conservantes más seguros y eficaces que existen. Se emplean para impedir el crecimiento de microorganismos, evitando el deterioro del producto y prolongando su vida comercial, así como protegiendo la salud del consumidor.

No nos podemos olvidar que la legislación de la UE permite su uso en cosméticos, pudiendo un mismo producto contener uno o varios de ellos. El propio Comité Científico de Seguridad de los Consumidores de la Unión Europea (SCCS), tras un riguroso estudio al más alto nivel, ha garantizado la seguridad de los 4 parabenos que se usan en cosmética, que son los llamados “parabenos de cadena corta” (metil-, etil-, propil-, y butil- parabeno).

Los desodorantes tienen mala prensa cuando se habla del cáncer. ¿Qué hay de verdad en ello?

Los desodorantes permiten controlar el olor corporal. Para hacerlo, emplean alcoholes o antimicrobianos que acaban con las bacterias. Además, suelen incluir fragancias. Y se presentan en diferentes formatos: en polvo, barra, loción, crema y aerosol.

Los desodorantes, al igual que cualquier otro producto cosmético, previa introducción en el mercado europeo para su comercialización, han sido sometidos a una estricta evaluación de seguridad cuyas pautas están recogidas en la regulación publicada por la Comisión. En esta evaluación, se tiene en consideración tanto la seguridad de los ingredientes cosméticos individuales como del producto cosmético terminado, así como los parámetros de exposición (lugar/es de aplicación, cantidad de producto aplicada duración y frecuencia de uso, de exposición normales o razonablemente previsibles) y de uso normal o razonablemente previsible; y es llevada a cabo por un evaluador experto en seguridad que firma la evaluación.

En definitiva, los productos cosméticos que podemos encontrar en el mercado europeo son evaluados en detalle para garantizar completamente que son seguros.

“Los productos cosméticos que podemos encontrar en el mercado europeo son evaluados en detalle para garantizar completamente que son seguros”

¿Cómo debemos leer las etiquetas y qué es lo que debemos evitar sí o sí?

La etiqueta de un producto es uno de los instrumentos más valiosos para hacer valer el derecho a la información de los consumidores antes de comprar.

El afán de la industria es mostrar una mayor transparencia de cara al consumidor, por ello se ha trabajado en una nomenclatura común, Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos o INCI, que responde a la necesidad de un sistema global que unifique el nombre de un mismo ingrediente y permita al consumidor su identificación en el listado de ingredientes de cualquier producto cosmético en el momento de la compra.

Los ingredientes que aparecen en la etiqueta de los cosméticos son seguros a las concentraciones en que se encuentran en el producto terminado y, como hemos dicho, han sido evaluadas previamente por un evaluador experto de seguridad que, además, debe garantizar que el producto cumple con la legislación vigente.