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Mariana Cabrol @soyliminal

Por Jorge Álvarez Bernabé

Mariana Cabrol es una actriz y humorista argentina. Está graduada en teatro y, a sus 43 años, gran parte de su trayectoria está dedicada a esta profesión.

En mitad de la pandemia le diagnosticaron un cáncer de mama. Estaba en uno de los mejores momentos de su vida en lo personal y sentimental, y tenía dos opciones: hundirse o enfrentar la enfermedad como mejor sabe, con humor.

Desde Villa de las Rosas, un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba (Argentina), Mariana nos cuenta por teleconferencia cómo y por qué decidió utilizar su canal de Instagram (@Soyliminal) para contar al mundo su experiencia con la enfermedad desde una perspectiva diferente.

Reivindicativa, con un humor ácido e inteligente y siempre desde el respeto, en su red social Mariana ayuda a sacar una son risa a todas las mujeres que están pasando por una situación similar. Su perfil cuenta con más de 6.000 seguidores y entre su contenido podemos encontrar desde looks con turbantes y pañuelos a recetas de cocina y experiencias de su día a día durante el tratamiento con quimioterapia.

Debora Cerruti

¿Cómo fue el momento del diagnóstico? ¿En qué momento personal y profesional estabas cuando te detectaron la enfermedad?

El momento del diagnóstico fue demoledor. Estábamos en plena pandemia, sin siquiera poder salir de nuestras casas. A este panorama surrealista se le sumó el cáncer. Si bien tenía un bulto grande en la mama, ya había tenido un quiste de agua, en la misma mama, y pensé que era lo mismo. Por eso fui tranquila y sola a la ecografía, y ahí mismo se me derrumbó el mundo. Estaba atravesando una época muy feliz, viviendo en Villa de las Rosas, un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba, en Argentina, con mi pareja, mis perros, mis gatas, mis gallinas. Dando clases de teatro, actuando, haciendo giras con mi compañía teatral…

¿Por qué decidiste empezar a contar tu experiencia en Instagram?

No fue premeditado, simplemente sucedió. Era tanto lo que estaba atravesando: el diagnóstico, los estudios de medicina nuclear, las consultas con todo tipo de médicos, la quimioterapia, la caída del pelo. Podría seguir hasta el infinito... Todo, absolutamente todo, te genera angustia y miedo. Y yo necesitaba expresarlo con lo que mejor sé hacer: el humor. Empecé a grabar pequeños vídeos contando las situaciones que vivía y riéndome de ellas, y como seguíamos en pandemia, encerrados en nuestras casas y yo más pues estaba en pleno tratamiento, se me ocurrió subirlos a Instagram. Fue entonces cuando decidí abrirme una cuenta e ir colgando todos mis vídeos. Así empezó todo. Poco a poco me fui dando cuenta de que nombrar, visibilizar y desdramatizar el cáncer me hacía bien no solo a mí, sino a mi entorno y muchas otras mujeres que estaban pasando por lo mismo.

¿Es difícil hacer humor de un tema que, por lo general, suele resultar dramático o doloroso? ¿Has recibido críticas por ello?

Puedo permitirme hacer humor con el cáncer porque lo tuve, lo transité y hablo desde mi experiencia. Como comediante, jamás se me hubiera ocurrido hacer un chiste oncológico antes de ser diagnosticada. Es doloroso, pero es parte de la vida y fue una parte fundamental de la mía. Siempre hice humor con lo que me pasaba y esta no fue la excepción. Jamás recibí críticas negativas, al contrario; recibo muchos mensajes de mujeres agradeciendo lo que hago. Es un tema tabú que nadie se anima ni siquiera a nombrar. Poder reírnos y aflojar un poco la tensión que se nos acumula desde el minuto uno del diagnóstico es, a mi entender, profundamente sanador.

Puedo permitirme hacer humor con el cáncer porque lo tuve, lo transité y hablo desde mi experiencia

También habrás vivido momentos duros en los que cuesta encontrar el toque de humor. ¿Qué haces en momentos como ese?

Por supuesto que los tuve y hablo de ellos también en mi perfil, pero por suerte fueron pocos. En esos momentos me entrego al inframundo, me dejo caer hasta tocar fondo, me tomo mi tiempo para bucear en esas profundidades y ahí mismo siempre encuentro algo que me ayuda a emerger. Conectarme con el goce, con el placer, eso me ayuda a seguir adelante.

¿Contar tu historia a través de Instagram te ha ayudado a llevar mejor la enfermedad?

Creo que lo que me ayudó a llevar mejor mi enfermedad fue crear los vídeos, filmarlos, transmutar eso que me estaba pasando en una obra artística y de humor para aliviar todo lo que estaba viviendo, que es mucho, mucho, mucho. Por ejemplo, hubo un momento en el que no conseguía que la obra social —lo que en España sería la sanidad privada— me autorizara el tratamiento de radioterapia. Pasé muchas horas al teléfono, gastando la poca energía que tenía en largas esperas y mala atención. Toda esta experiencia la plasmé en un vídeo en el que hay humor, pero también hay denuncia del maltrato que atravesamos muchas pacientes con cáncer. Parte de mi enfado, mi angustia y mi desesperación se transforman con ese vídeo que me ayuda a liberar tensiones y a poder reír.

¿Consideras que en las redes sociales se muestra la realidad de vivir con cáncer?

Hay muchos perfiles donde mujeres comparten información, realizan vídeos en directo y publican posts con sus experiencias y testimonios de otras mujeres con cáncer. Yo recurrí mucho a esas páginas que constituyen una red enorme de mujeres, muy amorosas, que se apoyan y cuentan cómo han vivido su experiencia con la enfermedad. Cuando salía de la consulta con mi oncólogo o mi mastólogo, siempre buscaba información en esas páginas porque necesitaba conocer las historias de otras mujeres, y no lo que me recomendaba un médico que, por lo general, suele ser hombre.

Jo Berrojalbiz (@joberrojalbiz)

Hablemos de estética y cáncer. Gran parte de las mujeres usan pelucas y suelen someterse a reconstrucciones mamarias. ¿Crees que nuestra sociedad acepta o está acostumbrada a que las personas con cáncer se muestren tal y como son?

Para nada. Esta sociedad patriarcal, en la que se trata a las mujeres como meros objetos, no acepta vernos rapadas y sin tetas. Para este sistema la mujer debe verse siempre radiante y, por supuesto, con sus dos tetas. En mi caso, decidí no hacerme la reconstrucción mamaria y me costó mucho que los médicos lo aceptaran. Tuve que sostenerla fuertemente. Ellos ya me estaban hablando de colocarme un expansor para estirar mi piel y 6 meses después se sustituiría por una prótesis. Además, podían aprovechar e intervenir el otro pecho para que ambos quedaran simétricos. Me hablaban de todo esto mientras yo estaba pasando por un cáncer, con la cabeza rapada y sin cejas. En ese momento lo que menos me importaba era cuántas tetas iba a tener.

Por otro lado, para quien está pasando por un tratamiento oncológico es difícil mostrarse vulnerable, sin pelos y delgadas, porque tenemos que lidiar no solo con lo que estamos viviendo nosotras, sino también con lo que nuestro entorno está sufriendo. La gente tiende a relacionar el cáncer con la muerte y toda esa carga no es buena cuando estás pasando por un tratamiento.

Esta sociedad patriarcal, en la que se trata a las mujeres como meros objetos, no acepta vernos rapadas y sin tetas

¿Qué opinas de las campañas de concienciación sobre el cáncer de mama? ¿Crees que están enfocadas correctamente?

Creo que muchas empresas solo buscan beneficiarse pintando de rosa todos los productos, aportando cifras miserables a la investigación. Muchas campañas son patrocinadas por marcas cuyos productos contienen ingredientes cancerígenos, algo que me parece una fantochada. Desde mi punto de vista, no existe una verdadera prevención del cáncer de mama. La clave está en la detección temprana que, a través de los estudios de rutina y las mamografías, salva muchas vidas. Pero estamos enfermando cada vez más. Una de cada siete mujeres en el mundo tendremos cáncer de mama en algún momento de nuestras vidas, y eso responde a trastornos alimentarios, al estrés, a exigencias y mandatos sobre los cuerpos de las mujeres y al ecocidio en el que estamos inmersas.

¿Qué consejo darías a una mujer a la que acaban de diagnosticar cáncer de mama?

Ante todo, les diría que cáncer no es sinónimo de muerte. Es algo que quiero destacar bien grande, con mayúsculas y subrayado. El cáncer es una enfermedad como muchas otras. Es verdad que habrá momentos de mucho dolor, miedos y angustias, pero existe una red inmensa de mujeres que pasamos por esto y estamos para acompañarnos. El cáncer también puede ser un momento para parar y conectarnos con la vida, con el placer, con el goce y es una oportunidad para valorar la vida y vivirla plenamente.